Los Principios
El Petinegro es un proyecto familiar que surgió rápidamente y por casualidad, como lo hacen tantas cosas.
Un día eres un niño que disfruta pasando horas en el campo con tus padres, tu hermano y tus abuelos o viendo “El Hombre y la Tierra” en blanco y negro.
Pasan los años y en los 90, “La década en la que no pasó nada” (según el canal de Historia), te haces Ingeniero Agrónomo y empiezas a trabajar.
Por el camino entras en contacto con ideas inspiradoras como la de la reducción de la huella ecológica, aprovechamiento solar térmico, autosuficiencia o como lo llaman los estadounidenses “homesteading”, autoconstrucción… Y te vas liando y terminas fabricando un generador hidroeléctrico o una estufa solar térmica que acoplas a la pared del salón de tu casa.
Mientras tanto, casi sin darte cuenta, formas una familia y un día te ves con tus niños, en la terraza de tu casa, mirando la estufa solar y preguntándote…
¿Y si exprimimos el concepto?
¿Y si hacemos yogur con el sol?
Aquella idea fue cogiendo cuerpo, hasta que cuajó en el primer prototipo de yogurtera solar.
Sencilla, fiable, autónoma, hace un yogur buenísimo… todo eran ventajas, así que el cacharro llegó a casa para quedarse.
Y además, los días sin sol también funciona como yogurtera “no eléctrica”, así que siempre podemos hacer nuestro propio yogur en casa.
Unos años después coincidí con mi hermano en casa de mis padres, yo les llevaba una yogurtera solar que había hecho para ellos. Cuando la vio funcionar, se sorprendió tanto que me hizo pensar que hacer yogur solar podía interesar a alguien más que a mí y a mi familia.
Si la opinión hubiera venido de mis padres no me la hubiera tomado tan en serio, al fin y al cabo, para unos padres (sobre todo para las madres) sus hijos siempre son “los más guapos del mundo”. Pero todos sabemos que un hermano no es tan caritativo como una madre… :), así que puede que realmente la idea fuese interesante.
… y ya puestos a soñar ……………
… Soñé que ese sencillo aparato podría, no sólo valer para hacer yogur, sino también para
animar a buscar soluciones imaginativas a problemas cotidianos,
despertar la curiosidad de los niños de la casa,
mostrar el potencial de la energía solar,
o, simplemente, disfrutar de algo de sencillez en medio de tanta complejidad.
Quizás sólo sean “pájaros en la cabeza”, pero bueno… ¿quién sabe?.
Y así fue como empezó
Ahora, después de un largo camino y de ver crecer la lista de “convencidos”, ya está aquí El Petinegro, un artilugio distinto que hará que os aficionéis al yogur solar.
… Ha pasado todo volando y por casualidad… o quizás no.